Por ahí va la rubia caminando por la ciudad,
Mas su rostro erguido no muestra inseguridad.
Aunque su voz en silencio podrá permanecer,
Sus gestos gritan lo que siente y piensa su ser.
De barlovento viene la rubia y hacia sotavento va
Como llovizna flotando en el aire, de paso lento al bajar,
Ten cuidado, pues en una furia mal provocada,
Como un torrente aguacero sobre ti descenderá.
Es domingo y la rubia se encamina hacia el altar
A darle gracias al Dios altísimo por todo lo que le da.
Por todo lo que posee y por todo lo que es
Porque no fuese nada si no fuera por Él.
De noche aparece la rubia sentada en su sillón
Observando el fulgor de la luna y rebuscando en su interior
Pensando en lo que podría haber sido si otro camino hubiera tomado
Pensando en cómo vería la luna si en otros zapatos hubiera estado.
Cuando finalmente yacen los destellos de la noche
La rubia se ciega del mundo y de sus atrocidades
Pues, así en paz se siente al entregarse
A la serenidad que el sueño ha de darle.
Si de pronto a la rubia ves
No la juzgues, más obsérvala bien
Pues algún día de su interior saldrá
El fulgor que a toda su gente guiará.